Tu mente está muy enferma porque no puede entender una cuestión tan simple. No quieres estar enfadado; entonces el enfado llega como un mono. No quieres sentirte sexual; entonces el sexo aparece como un mono y se agarra a tu ser. No quieres codiciar, no quieres tener ego, pero todo esto llega. Sin embargo, lo que quieres -espiritualidad, religiosidad, iluminación no parece llegar. Lo que no quieres aparece, y lo que quieres nunca aparece. Toda esta frustración ocurre por no entender este simple mecanismo de la mente.
Lo segundo que hay que recordar es que no es necesario insistir en lo que debería estar en la mente y lo que no. Deberíamos estar listos para observar lo que aparezca en nuestras mentes sin escoger ni poner condiciones. Así podremos empezar a ver lo que es la mente en realidad.
El simple hecho de la naturaleza contradictoria de la mente es bien conocido por los publicistas de todo el mundo; sin embargo, las personas que educan a la sociedad no lo han entendido. Cuando se anuncia una película «sólo para adultos», los niños van a verla con un bigote falso de escaso valor. Los publicistas saben que para atraer a los niños sólo hay que usar las palabras «sólo para adultos» en el anuncio. Hay revistas para mujeres «sólo para mujeres». Sólo las leen los hombres; las mujeres nunca las leen. Me he informado y he descubierto que la mayoría de los compradores son hombres. Y cuando pregunto a los representantes sobre las revistas que venden en la calle me dicen: "-Las mujeres sólo compran revistas «sólo para mujeres”, de vez en cuando normalmente compran revistas «sólo para hombres».
Los publicistas saben qué es lo que atrae a la mente del hombre, pero los líderes religiosos, y los moralistas todavía no lo han entendido. Siguen enseñándole a la gente estupideces como no te enfades, lucha con el enfado». Una persona que lucha con su enfado e intenta huir de él se obsesionará con el enfado toda su vida. Nunca podrá librarse de él. Únicamente la persona que está interesada en conocer su enfado frente a frente en lugar de luchar con él, podrá librarse de él.
El segundo punto que debes recordar es que hay que olvidarse de todos los sentimientos, de conflicto y lucha con cualquier estado mental. Crea simplemente un sentimiento de querer saber, compreder, «me gustaría comprender mi mente». Uno debería penetrar en la mente con esta clase de sentimiento sincero. Este es el segundo punto.
Y el tercer punto es no juzgar nada de lo que surja en la mente. No juzgues lo que está mal y lo que está bien. La maldad y la bondad son dos caras de la misma moneda. Donde hay maldad, habrá bondad en la otra cara; donde hay bondad habrá maldad en la otra cara.
Dentro de una persona buena se escode una persona malvada y dentro de una persona malvada se esconde una persona buena. Una persona buena tiene la cara buena de la moneda hacia arriba y la cara mala hacia abajo. Cuando una persona buena se vuelve mala es peor que la persona más malvada. Y si una persona malvada, se vuelve buena hará palidecer, en comparación, a la persona buena. En una persona mala, la bondad se ha escondido totalmente, sólo se ve la maldad. Pero si cambia y se vuelve un buen hombre, las demás personas buenas palidecerán a su lado. Una fuerza de bondad fresca y oculta emanará de él. Valmiki o Angulimal son dos buenos ejemplos de esto: fueron personas muy malas que un día se volvieron buenas y brillaron más que ningún santo con su bondad.
Una persona buena y una persona mala no son diferentes; son las dos caras de la misma moneda. Pero el sabio es un tercer tipo de persona, en su interior no hay bondad ni maldad. Desaparece la moneda. Un sabio no es un hombre bueno, un caballero o un santo. En el interior de un caballero siempre hay escondido un hombre malvado y en el interior de un hombre malvado siempre hay escondido un caballero. Un sabio es decididamente un tercer tipo de fenómeno. Está más allá del bien y del mal; no tiene relación alguna con ninguno de los dos. Ha entrado en una dimensión totalmente distinta, donde el bien y el mal no existen.
Osho- El Libro del Hara
Cap. Conocer la Mente
Págs. 98,100